miércoles, 16 de noviembre de 2011

Día de la Naturaleza 2011. Monte Buciero


Sobre la localidad de Santoña, el Monte Buciero se alza imponente, mostrando sus escarpados flancos (con caídas que llegan a superar los 200 metros sobre el mar) coronados por cinco cimas la mayor de las cuales alcanza los 378 metros. Se trata de una antigua isla unida en la actualidad a tierra por la estrecha franja de arena de la playa de Berria, constituyendo por lo tanto un bello ejemplo de tómbolo.




GEOLOGÍA
            El Buciero es un macizo calizo en el que la erosión, causada por el agua cargada de CO2 , ha producido un paisaje kárstico con numerosas formas de disolución, como los lapiaces o garmas (acanaladuras y surcos en la superficie) y las dolinas (depresiones con forma de embudo). Por su parte, la disolución en el interior del macizo ha dado lugar a una compleja red de cavidades subterráneas donde residen varias especies de murciélagos.


BIOLOGÍA
A lo largo y ancho de sus 600 hectáreas, el visitante se encuentra con una de las mejores muestras de un ecosistema que es una reliquia del pasado: el encinar cantábrico. Este paisaje era típico de la Era Terciaria, cuando el clima de nuestra región era más seco y cálido, pero luego el ambiente se volvió más propicio para el desarrollo de especies atlánticas, con lo que la encina (Quercus ilex ilex) vio reducido su territorio a pequeñas zonas rocosas y calizas, donde la aridez le da ventaja sobre otras especies más exigentes en humedad.

Se trata de un ecosistema forestal con un excelente grado de conservación, combinando la presencia de especies mediterráneas relictas (encina, laurel, madroño) con otras de carácter atlántico (avellano, tejo, roble, acebo…) que aprovechan áreas con menor sequedad y mayor espesor de suelo. La vegetación crea una tupida y enmarañada red debido a la presencia de numerosas plantas trepadoras (hiedra, zarzaparrilla).


El frondoso encinar sirve de refugio a una rica y variada fauna, en la que destacan más treinta especies de mamíferos (jabalí, zorro, conejo, tejón, gineta, erizo, marta…) y una amplia variedad de aves (gavilán, cárabo, lechuza, petirrojo, carbonero…). A todo esto hay que añadir otros vertebrados como los anfibios (ranita de San Antonio) y reptiles (víbora común, lagarto verdinegro).

En los verticales acantilados, se asienta una de las mayores colonias de cormorán moñudo del norte de España, acompañados por cernícalos, roqueros y halcones peregrinos.
En definitiva, el encinar del Buciero es el de mayor valor, importancia y extensión de toda la cornisa cantábrica. Por ello, es responsabilidad de todos conservar, a la vez que disfrutar, este testigo viviente de épocas remotas.

HISTORIA
Los primeros pobladores se remontan a la Prehistoria, como lo demuestran numerosos restos del Paleolítico y del Mesolítico en las cavidades del monte. Destacan en este aspecto los grabados y restos arqueológicos de la Cueva del Perro, declarada Bien de Interés Cultural.
Los primeros datos históricos de Santoña se refieren a la época romana, cuando ya se empleó como puerto. Durante la Edad Media, la actual iglesia de Santa María del Puerto constituyó uno de los monasterios más importantes de Cantabria y el centro político y religioso de toda el área trasmerana durante los siglos IX al XII. En 1931 fue declarado Monumento Nacional y en su interior destaca una magnífica pila bautismal del siglo XIII y la talla gótica de la Virgen del Puerto, del s. XIV.
Con el paso de los siglos, se acentuó el carácter defensivo de la villa por su naturaleza peninsular. De principios del s. XVII datan los fuertes de San Martín y de San Carlos, con magníficas vistas sobre la bahía, mientras que durante la invasión napoleónica (1810-1814) se levantaron el Fuerte del Mazo, dominando la playa de Berria, y el Fuerte Imperial en el lugar donde se encuentra actualmente el Penal del Dueso. 

En estas instalaciones, un contingente de 2000 soldados franceses defendió el monte como la más inconquistable de las plazas militares, un auténtico “Gibraltar del Norte”
Con igual  finalidad defensiva, encontramos a lo largo de todo el contorno del Buciero una serie de baterías, la mayoría en estado ruinoso, donde se emplazaban los cañones que protegían el enclave: Batería Alta de San Martín, Baterías de Galbanes, Batería de San Felipe. El patrimonio militar del Monte se completa con los polvorines del Helechal y del Dueso, que daban servicio a los fuertes cercanos, y una construcción circular amurallada que data de mediados del s. XIX y servía de punto estratégico de vigilancia; se trata de la Atalaya, situada sobre la cumbre del mismo nombre, de 312 metros.
Otra seña de identidad de la villa santoñesa es su tradición marinera. Desde que las naves romanas realizaban la navegación de cabotaje para alcanzar la costa francesa, la actividad del puerto santoñes no ha cesado a lo largo de los siglos. Como ayuda a la navegación, dos centinelas velan desde el siglo XIX para que los pescadores lleguen a puerto sanos y salvos; son los faros del Caballo (al Este, hoy ya fuera de uso) y del Pescador (al Norte).
En el paseo marítimo de Santoña podemos contemplar el monumento a Juan de la Cosa, santoñes ilustre y autor del primer mapamundi.

VALOR ECOLÓGICO
Debemos recordar que nos encontramos en un espacio protegido de elevado valor ecológico, pues está incluido en la Reserva Natural de las Marismas de Santoña y Noja, declarada en Marzo de 1992. Se trata del conjunto de humedales más valioso del norte de España, que ocupa un lugar estratégico en las rutas migratorias de gran número de aves, siendo utilizada por más de 20.000 ejemplares como lugar de invernada. Entre todas las especies que habitan en el ecosistema destaca la espátula, verdadero emblema de la Reserva y de la que puede llegar a concentrarse hasta el 20% de toda su población europea.
El gran valor de esta marisma le ha valido su inclusión en la lista de humedades de importancia internacional del Convenio de Ramsar
 
Por todo lo anterior, durante nuestra visita a este espacio debemos observar una serie de normas:
·         No recolectar ejemplares de flora o fauna
·         Respetar el trazado de los senderos, sin salirse de los mismos para evitar el impacto sobre las zonas más sensibles y mejor conservadas.
·         Llevarse toda la basura que generemos
·         No encender fuego
·         No hacer ruidos fuertes que puedan ahuyentar a los animales cercanos a la senda.
·         Respetar los elementos patrimoniales, procurando no alterarlos ni realizar actividades que puedan dañarlos

1 comentario:

  1. Un lugar impresionante que merece la pena visitar. Al menos yo disfruté mucho en la salida del Día de la Naturaleza de nuestro IES. Eso sí...la sobremesa en la playuca se me hizo muuuuuuy corta. ¡Gracias por darlo a conocer, compañer@s!
    Salud,
    Jenaclap (sala de profes)

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